Statement

August 16, 2021

Building A Just Peace Ending Gender Violence

The Taliban Takes Power, After 20 Years of a Failed US War

Media: Statement Region: Afghanistan
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ESPAÑOL mas abajo 

Afghanistan’s collapse and the takeover by the Taliban must not signal the end of US responsibility. After two decades of failed and destructive warmaking, a US response must be rooted in reparation and accountability for the people of Afghanistan.

The Taliban seized control of the country with alarming speed. This outcome was predicted, namely by rights advocates inside and outside of Afghanistan who knew that there could be no effective military solution — neither to the terrorism of the 9/11 attacks that triggered the US war on Afghanistan, nor to the brutality of Taliban abuses against women.

Women and girls are paying the price of decades of failed US policy. From the earliest days of the US war in Afghanistan, women’s rights justifications were conscripted to rally support. Instead, the US trained and funded armed groups in Afghanistan that have committed atrocities, including terrible violence against women. In its efforts to defeat the Taliban, the US allied itself with warlords, many of whom came to hold prominent government positions and continued to violate rights with impunity. Ultimately, the US spent almost 1,000 times more money on its military intervention than on women’s rights efforts.

Still, Afghan women worked tirelessly to gain ground and defend their rights. Credit for any advances in women’s empowerment, education, and leadership belongs to the Afghan women who set up community networks, braved death threats, negotiated with local leaders, and spoke out for their human rights.

MADRE’s local partners are grassroots women’s rights organizers and human rights defenders, many who have been targeted and threatened by warlords and Taliban fighters. Now, in many of the provinces where the Taliban reigns, women are being killed, girls prevented from going to school, women barred from work, and women’s organizations have shuttered or gone underground. Our partners are urgently mobilizing now to meet the huge and escalating need. They are bringing food and milk to women and families who have fled the fighting, and they are rapidly coordinating to protect and evacuate women targeted by Taliban threats.

Afghan women and their grassroots organizations must be supported as they navigate the dangerous days ahead.

  • The Biden Administration must support a ceasefire, including an end to continued US bombing and a call for those controlling territory to ensure the safety and wellbeing of those living within it.
  • The US must support the rapid establishment of a humanitarian corridor to facilitate aid delivery, with the guidance and leadership of local women’s organizations.
  • The US must also urgently provide visas, refugee resettlement and evacuation flights — including for women human rights defenders, peacebuilders and journalists —  and coordinate with other members of the international community to do the same.

Finally, rather than treating the Afghan peace process as merely a means for a US exit strategy, the US must make a real commitment to lasting peace, with women’s inclusion as an essential component. The US has a moral responsibility to make reparations to the people of Afghanistan by re-allocating resources used for maintaining a US military presence to urgent aid and diplomacy now.

 

El Talibán toma el poder después de 20 años de Guerra Fallida

El colapso de Afganistán y la toma del país por parte del Talibán no deben señalar el fin de la responsabilidad de los Estados Unidos. Después de dos décadas de guerra fallida y destructiva, la respuesta de los Estados Unidos debería enfocarse en la reparación del daño y la rendición de cuentas para la población afgana.

El Talibán ha tomado el control del país con una velocidad alarmante. Activistas de derechos humanos dentro y fuera de Afganistán predijeron este desenlace y señalaron que ninguna  solución militar sería efectiva ni para combatir el terrorismo responsable de los ataques del 9 de septiembre de 2001, los cuales detonaron la guerra de los Estados Unidos en Afganistán, ni para acabar con la brutalidad de los abusos por parte de los talibanes contra las mujeres.

Las mujeres y las niñas están pagando el precio de décadas de política fallida Estadounidense. Desde los primeros días de la guerra,  los Estados Unidos recurrieron a utilizar los derechos de la mujer como justificativo para conseguir apoyo. A su vez, fue Estados Unidos quienes financiaron y entrenaron a grupos armados afganos que han cometido atrocidades, incluyendo actos de violencia brutal contra las mujeres.

En sus esfuerzos por vencer al Talibán, los Estados Unidos se aliaron con caudillos, muchos de los cuales han llegado a obtener prominentes posiciones gubernamentales y han continuado en la impunidad  violando derechos. Finalmente, los Estados Unidos gastaron casi mil veces más en intervenciones militares que en esfuerzos de apoyo a los derechos de las mujeres.

Aún así, las mujeres afganas trabajaron incansablemente para ganar territorio y defender sus derechos. El crédito por todos los avances en empoderamiento de las mujeres, educación y liderazgo, pertenece a las mujeres afganas, quienes establecieron redes comunitarias, desafiaron amenazas de muerte, negociaron con líderes locales y se pronunciaron sobre sus derechos humanos.

Las organizaciones locales de MADRE son organizaciones de base de derechos de las mujeres y defensoras de derechos humanos, muchas de las cuales han sido perseguidas y amenazadas por caudillos y combatientes talibanes. Ahora mismo, en muchas provincias bajo el control del Talibán, las mujeres están siendo asesinadas, las niñas no pueden ir a la escuela, las trabajadoras son excluidas de sus labores y las organizaciones de mujeres han cerrado o están trabajando de forma clandestina.

Nuestras compañeras están movilizándose urgentemente ahora para enfrentar las enormes y crecientes necesidades. Están llevando comida y leche a mujeres y sus familias que han huido de los combates y están coordinando con velocidad para proteger y evacuar a mujeres amenazadas por el Talibán.

Es urgente y necesario apoyar a las mujeres afganas y a sus organizaciones de base para que puedan confrontar los peligrosos días que se aproximan.

La Administración de Biden debe apoyar el cese al fuego, incluyendo el cese al bombardeo continuo por parte de Estados Unidos y llamar a aquellos que controlan el territorio a que aseguren la seguridad y el bienestar de todas las personas que lo habitan.

Los Estados Unidos deben apoyar el rápido establecimiento de un corredor humanitario para facilitar la entrega de ayuda humanitaria, con la guía y el liderazgo de las organizaciones locales de mujeres.

De manera urgente, los Estados Unidos deben proveer visas, reubicación de refugio y vuelos de evacuación -incluyendo a las mujeres defensoras de derechos humanos, constructoras de la paz y periodistas- y coordinar con otras instancias de la comunidad internacional para que hagan lo mismo.

Finalmente, en vez de tratar el proceso de paz en Afganistán como una vía para su estrategia de salida, los Estados Unidos deberían llevar a cabo un verdadero compromiso para garantizar una paz duradera, con la inclusión de las mujeres como componente esencial. Los Estados Unidos tienen la responsabilidad moral de hacer reparaciones para la población de Afganistán, reubicando recursos utilizados para mantener su presencia militar y dirigiendo dichos recursos hacia ayuda urgente y diplomacia ahora mismo.

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MADRE created a manual for women and human rights defenders on documenting gender-based violence and rights violations so they can find justice and end the cycle of violence in their communities. We also produced a guide on leaving Afghanistan safely for those in the country facing life-threatening risks under the Taliban regime.

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